Capítulo 3: Reencuentro

por | Ago 25, 2023 | Relatos

hospital

«Despierta».

No reconocí la voz que me susurraba al oído. Era cálida y me hablaba muy despacio.

«Vamos, Mario, abre los ojos».

Poco a poco fui levantando los párpados. Veía borroso, como si una niebla muy espesa me rodeara. Traté de ubicarme, pero no lo conseguí; ya no estaba en la cornisa, eso seguro, sino tumbado en una cama y cubierto por varias mantas.

—¡Ha despertado! —. Aquellas palabras rebotaron en mis oídos y gruñí tan fuerte que me fatigué.

—Menos mal —una voz diferente apareció y desvié la mirada hacia ella. Una mujer algo mayor que yo, con una bata blanca y un estetoscopio al cuello me sonreía.

—Has tenido mucha suerte… —. Supuse que continuó hablando unos segundos más, porque mientras volvía a sumirme en un sueño, la voz, cada vez más lejana, me envolvía como si fuera música.

Creo que transcurrieron algunas horas hasta que me volví a despertar. Me notaba menos entumecido y traté de mover las manos y los pies: normalidad.

Meditabundo, busqué despejar la mente y confirmarme a mí mismo que estaba en un hospital.

Una respiración me alteró. Giré lentamente la cabeza y lo vi allí sentado, a escasos metros de mí, durmiendo.

«¿Seguiría aún en un sueño? ¿Estaría ya casi muerto y solo iba saltando de recuerdo en recuerdo? Otra opción era que estuviera perdiendo la cabeza».

Miguel se despertó en cuanto traté de incorporarme.

—No hagas esfuerzos —me dijo rápidamente, mientras se levantaba y venía hacia mí. —Menudo susto nos has dado.

Sentí su aliento mentolado y tuve el reprimido deseo de volver a abrazarlo.

—Vete —le dije —no quiero hablar contigo.

No sé qué me molestó más, que no se hubiera ido o que me siguiera mirando como si no hubiese dicho nada.

—Te echo de menos —. Me rozó los dedos y sentí un escalofrío. Miguel siempre había sido un comunicador sublime y su voz me dejaba alelado.

»—¿Por qué lo has hecho? Y no digas que por mí, porque mereces ser feliz.

Aquella pregunta me desconcertó. El desentendimiento por quitarme la vida había sido más un impulso, que otra cosa, cuando Miguel desapareció de mi lado. Había sufrido tanto, que no conseguía ver una solución más allá.

—Sabes que te quiero y siempre te querré… —le empecé a decir. Se me humedecieron los ojos y tosí varias veces.

—¿Me prometes que seguirás adelante y no volverás a hacer algo así? No lo soportaría —. No podía continuar enfadado con él. Necesitaba hacer las paces.

—Lo prometo.

Se oyeron unos pasos y una enfermera entró en la habitación.

—Bueno, parece que el suicida está más consciente. ¿Con quién estabas hablando?

Escrito por Jorge

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