No lo harás.
No lo haré.
Las ganas te invaden; buscas lo imposible; mueves cielo y tierra para alcanzarlo; lo ilegal; lo insalubre; la muerte.
La dopamina invade tu mente; lo inunda todo. Aquellos recuerdos placenteros; esa sensación única que solo uno o dos gramos podrían hacértelo rememorar.
No lo harás.
No lo haré.
Borraste el número; lo bloqueaste en WhatsApp. Eliminaste Grindr, Tinder y cualquier otra app que tuvieras instalada. Aquellos contactos de una noche se evaporaron para no volver a salir; aparecieron en tu vida durante unos minutos y será difícil que vuelvas a cruzarte con ellos.
No lo harás.
Han pasado meses desde la última vez. Ocupas tu tiempo con actividades: lees mucho para vivir mil vidas; sales, ríes, hablas, interpretas, viajas…
No lo haré.
Los astros se alinean. Tu agenda se libera de repente. Tu mente empieza a echar humo cuadrando horas, pensando en el futuro, en cómo tu cuerpo estará en los próximos días tras complacer a esa dopamina que busca, desesperada, salir a flote y sumergir tu cerebro hasta que todas tus neuronas queden ahogadas por tanto placer; químico.
No lo harás.
Recuerdas un bizum. No sabes cómo conseguir su número de nuevo, pero esa transacción vuelve a tu mente. Buscas movimientos anteriores y encuentras uno de junio; su móvil aparece tras los sesenta euros que le enviaste.
No lo haré.
Vuelvo a registrar el número en la agenda. Desbloqueo el WhatsApp.
«¿Tienes?», pregunto.
«¿Cuánto?» me dice, sin esperas, sin sentimiento; un intercambio frío y seguro.
No lo harás.
Esperas en casa. En veinte minutos, te ha dicho.
No lo haré.
La dopamina ha empezado a colapsarlo todo pensando en lo que sucederá en unas pocas horas o días, a lo sumo. Mientras, tu parte del cerebro, que aún no ha sido anegada, trata de recuperar pensamientos más allá de lo que revivirás durante unas cuantas horas y que te dejarán hecho polvo dos, tres o cuatro días, mínimo.
No lo harás.
Piensas en tu gente, en tus compañeros, en aquellos con los que compartes lecturas, con los que interpretas, con los que locutas, con los que entrenas… Se levantan muros para evitar que la inundación lo abarque todo; que seas capaz de coger el móvil y anular el pedido.
No lo haré.
Como un vendaval, como un tornado sin control, la dopamina arremete con todo. Los muros caen y los buenos recuerdos quedan sumergidos y en el olvido. El paisaje es desolador y ya nada queda a flote, tan solo aquellas imágenes efímeras; aquello que la mente ni recuerda para ponerle una cara, pero cuya sensación está muy presente.
No lo har…
[Nebulosa].
Te despiertas a los dos días. Estás hecho una mierda y solo te quieres morir. Ves la vida como algo efímero, algo que no merece ser vivido. La dopamina se filtra por donde puede y devuelve el espacio a pensamientos anteriores pero, incluso con ellos, los niveles están tan bajos que no puedes sostenerte en ellos para seguir hacia adelante.
[…].
No lo haré.
No lo harás.
Borras su número y lo bloqueas en WhatsApp. También eliminas Grindr, Tinder y demás apps.
Escribes.
Locutas.
Interpretas.
Lees.
Entrevistas.
Entrenas.
Conoces gente.
Creas comunidad.
Fomentas la cultura.
Viajas…
No lo haré.
No lo harás.
¿Qué más excusas tienes? ¿No es todo esto suficiente fuerte para frenar la inundación? ¿Qué poder divino necesitas?
No lo harás.
No lo haré.
Frena; respira; recuerda; piensa; mira más allá.
No lo harás.
No lo haré.
¿Eres tú realmente?
No lo harás.
¿No lo haré?
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