La discusión

por | Nov 24, 2024 | Relatos | 0 Comentarios

Aún recuerdo el portazo que dio cuando salió de casa; lo que ya no recuerdo es por qué discutimos.

Habían pasado dos días y todavía no había contestado a ninguno de mis mensajes. Sé que estaba en casa de sus padres porque un amigo en común le traicionó y me lo contó después de publicar en Instagram lo cabreado que estaba.

Conocí a Manu hace unos seis meses. Íbamos a mismo club de lectura y al final terminamos quedando a tomar algo y surgió lo que tuvo que surgir.

A los dos nos gustaba leer, muchísimo, aunque yo era más espabilado que él. Cuando formalizamos la relación tuvimos la típica charla de si dejarla un poco abierta o no. Manu no estaba muy convencido, pero yo aún quería conocer a otras personas, sin sentimientos, solo para divertirme. Al final, Manu cedió y acordamos que podríamos quedar con terceras personas sin que el otro tuviera que contarlo.

¿Fue eso por lo que discutimos? Quizá…

Tenía cita con mi dermatólogo aquella tarde. Fue salir de la consulta y encontrarme en la sala de espera con Manu. Si vierais mi cara…

—¡¿Qué haces aquí?! —me dijo bajando la voz, pero noté en su tono que me quería gritar.

—Que quede claro que no te estoy siguiendo —le dije, algo divertido por el encuentro inesperado. Él notó mi sonrisa pícara y me miró muy serio.

—No me hace ni puta gracia, pero bueno… —Aún le duraba el enfado; cuyo motivo ya no recordaba.

—Te he escrito varias veces, pero has pasado de mí —le dije sin alzar demasiado la voz. Dos señoras que estaban leyendo una revista nos miraron de reojo; seguro que nuestra conversación era más interesante que las últimas noticias del Hola.

—Necesitaba pensar…. Y quería estar solo… —Su expresión cambió de repente, como si, mientras lo decía, se daba cuenta de algo. —Pero, y tú ¿qué cojones haces aquí?

—Baja la voz, anda —le dije mientras trataba de cogerle la mano, pero él la retiró.

»—¿No lo ves? Tenía cita con el dermatólogo desde hace días.

Manu me miró con desconfianza y no era para menos. Se iba a liar bien gorda si seguían hablando y nuestro público había aumentado a una pareja de abuelos más.

—No habrás sido tan cabrón como para liarte con otro estos días —me soltó de pronto. Quizá fue su instinto, o que yo tenía más pinta de haber echado un buen polvazo que otra cosa.

Respiré hondo y puse los brazos en jarra. Sí, era verdad, me había follado al dermatólogo, aunque en mi defensa diré que me habló él primero por una de estas aplicaciones de ligar; la sorpresa: Manu lo conocía bien.

—¿Alex? —. Me miró entre triste y enfadado. Si teníamos la relación abierta, joder; no había hecho nada malo.

—Vale, sí, puede que haya desfogado un poco después de nuestra bronca. ¿Qué querías? Ni siquiera sé ya por qué discutimos. Además, tenemos la relación abierta —le espeté —no puedes recriminármelo.

Manu bajo la cabeza y lanzó un largo suspiro. Creo que ninguno de los dos se dio cuenta del espectáculo que estábamos dando. La recepcionista había dado paso a la siguiente paciente, una abuela llena de maquillaje que le pidió esperar unos minutos más mientras cuchicheaba con la mujer a su derecha mientras nos señalaba.

—O sea, que mientras yo me voy a casa de mis padres, hecho polvo, tú lo que haces es follarte al primero que pasa—. Manu apretó los puños; la verdad que nunca lo había visto así. Estaba cabreado de cojones, hablando mal.

—Venga, relájate —le dije tratando de acercarme a él, pero Manu se apartó con brusquedad. —Vamos a algún sitio más tranquilo y lo hablamos.

Su mirada se iluminó; había caído en algo que, seguramente, le vino a la cabeza en ese momento.

—¿No… no habrás sido capaz? —dijo señalando hacia la puerta del dermatólogo.

Yo desvié la mirada, que se pudo interpretar como una confesión.

—¡Pero si tiene casi 90 años! Que este ya trabaja por aburrimiento y porque es de los mejores. Pero… pero… —no le dejé terminar.

—Frena, frena, que aquí pasa consulta también su hijo… y no veas como está —dije mientras se me escapaba una sonrisa recordando algo que habíamos estado haciendo minutos antes en su despacho.

A Manu le palpitaba la vena del cuello. Era una característica suya; significaba que una bomba dentro de él iba a explotar en pocos segundos.

Una voz a mi espalda me sobresaltó:

—Vamos, vamos, no discutáis —una de las señoras se había levantado y trataba de cogernos a ambos del brazo, actuando quizá de mediadora —. Con lo guapos que sois y la buena pareja que hace… —no pudo terminar.

—¡Señora, no se meta! —explotó Manu y a mí casi se me escapa la risa.

—Pero ¡¿qué es todo este escándalo?! —se oyó mientras la puerta del despacho se abría y uno de mis mejores polvos aparecía tras ella.

Escrito por Jorge

Publicaciones Relacionadas

Respiro Asturias

Respiro Asturias

Respiro verde. Respiro azul. Respiro naturaleza. Respiro el cantar de los pájaros. Respiro las olas del mar. Respiro el murmullo de la gente que va al mercado. Respiro la lluvia. Respiro las tormentas. Respiro la arena. Respiro la playa más pequeña del mundo,...

leer más

0 comentarios